Cuando hablamos de ira nos referimos a algo más que un simple enfado: La ira es furia, es violenta y agresiva. La ira es una explosión de frustración, una indignación tan grande que sacude desde dentro, que ciega la razón. La ira no se controla, es ella quien te controla, te posee.


 Y si vives con alguien que tiene ataques de ira, tienes un problema.

Por supuesto, es correcto expresar sentimientos de enfado. El enfado es necesario porque es nuestra manera de poner límites, de rechazar lo que no deseamos, de obtener lo que necesitamos. Enfadarse es importante, pero perder el control, no.

Los bebés pueden perder el control, por supuesto. Los niños pequeños se vuelven “locos” cuando las cosas no marchan como quieren, pero… ¿un adulto? No, jamás. La niñez sirve para aprender a controlar las emociones, para dominarlas. Los adolescentes pasan por un periodo difícil donde se pone a prueba esa habilidad tan importante en el adulto: dominar las emociones (y no al revés). Pasada la adolescencia, se ha debido madurar. 



Si vives con una persona que descarga su ira sobre ti, has de saber cuatro cosas:


 1. No es tu culpa. La ira proviene de ellos, no de ti. Ellos dicen “me pones furioso, me enfadas…”, pero eso es una tontería. Son ellos los que tienen un problema, no tú. Seguramente alberguen heridas del alma, frustraciones o miedos profundos que no saben cómo tratar, y la ira no es más que una válvula de escape.

2. Creen que pueden hacerlo porque tienen la suficiente confianza en ti como para hacerlo. Saben que pueden tratarte mal y que tú aun así no les dejarás.

3. Siempre buscarán cualquier mínima razón para estallar. Te vigilarán hasta tal punto que incluso tu manera de respirar les haga estallar.

4. No tienes por qué aguantarlo. 



Entonces, ¿qué podemos hacer ante un estallido de ira? 


1.  Levanta la mano y pídele que no te grite, que te hable.

2. Evita levantar tu voz. Si tú también te pones a gritar, todo empeorará.

3. Si es una conversación telefónica, dile que colgarás si te grita. Si lo hace, cuelga a la primera.

4. Recuérdale que no eres su enemigo. Que estás dispuesta a hablar cuando se tranquilice, pero que no vas a aceptar que te trate así.

5. Si la persona está tomando drogas o alcohol, asume que no vas a poder mantener una conversación racional. Dile que ya hablaréis mañana o cuando esté sobrio.

6.  Si se pone violento o si te da miedo, llama a la policía y aléjate enseguida.

Conviviendo con quien tiene ataques de ira


Cuando hablamos de ira nos referimos a algo más que un simple enfado: La ira es furia, es violenta y agresiva. La ira es una explosión de frustración, una indignación tan grande que sacude desde dentro, que ciega la razón. La ira no se controla, es ella quien te controla, te posee.


 Y si vives con alguien que tiene ataques de ira, tienes un problema.

Por supuesto, es correcto expresar sentimientos de enfado. El enfado es necesario porque es nuestra manera de poner límites, de rechazar lo que no deseamos, de obtener lo que necesitamos. Enfadarse es importante, pero perder el control, no.

Los bebés pueden perder el control, por supuesto. Los niños pequeños se vuelven “locos” cuando las cosas no marchan como quieren, pero… ¿un adulto? No, jamás. La niñez sirve para aprender a controlar las emociones, para dominarlas. Los adolescentes pasan por un periodo difícil donde se pone a prueba esa habilidad tan importante en el adulto: dominar las emociones (y no al revés). Pasada la adolescencia, se ha debido madurar. 



Si vives con una persona que descarga su ira sobre ti, has de saber cuatro cosas:


 1. No es tu culpa. La ira proviene de ellos, no de ti. Ellos dicen “me pones furioso, me enfadas…”, pero eso es una tontería. Son ellos los que tienen un problema, no tú. Seguramente alberguen heridas del alma, frustraciones o miedos profundos que no saben cómo tratar, y la ira no es más que una válvula de escape.

2. Creen que pueden hacerlo porque tienen la suficiente confianza en ti como para hacerlo. Saben que pueden tratarte mal y que tú aun así no les dejarás.

3. Siempre buscarán cualquier mínima razón para estallar. Te vigilarán hasta tal punto que incluso tu manera de respirar les haga estallar.

4. No tienes por qué aguantarlo. 



Entonces, ¿qué podemos hacer ante un estallido de ira? 


1.  Levanta la mano y pídele que no te grite, que te hable.

2. Evita levantar tu voz. Si tú también te pones a gritar, todo empeorará.

3. Si es una conversación telefónica, dile que colgarás si te grita. Si lo hace, cuelga a la primera.

4. Recuérdale que no eres su enemigo. Que estás dispuesta a hablar cuando se tranquilice, pero que no vas a aceptar que te trate así.

5. Si la persona está tomando drogas o alcohol, asume que no vas a poder mantener una conversación racional. Dile que ya hablaréis mañana o cuando esté sobrio.

6.  Si se pone violento o si te da miedo, llama a la policía y aléjate enseguida.

No comments:

Post a Comment